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El día siguiente

Ya nos ves a las ocho y media de la mañana haciendo tiempo en el bar que está justo al lado del ICAA. El registro no abre hasta las 9. A en punto dejamos nuestro dosier transparente (con nuestros 14 documentos y fotos correspondientes todo ordenadito) a una funcionaria seria y seca que sin ningún miramiento lo colocó encima de un montón de papeles sobre su mesa de registro. Nos selló un acuse de recibo que yo había redactado con sumo cuidado la noche anterior, nos lo entregó y nos dió los buenos días. ¿Ya está todo? ¿no revisas el contenido del expediente? No, ya está, seguramente el martes de la semana que viene saldrá para Madrid.
Nos quedamos un poco inseguros y preguntamos por Marta Arribas que es la persona que lleva los expedientes de China. Nos atendió enseguida y nos dijo lo que más o menos ya sabíamos, primero nos preguntó si habíamos ido a AFAC y al decirle que sí, quedó claro que el expediente debía estar completo y bien organizado; si ellos le habían dado el visto bueno, ya estaba bien. Nos dijo, como nos habían dicho en AFAC, que dentro de un mes y medio, más o menos,llamaramos a un número de teléfono de Madrid y preguntaramos por Amelia Conde, ella nos diría en que fecha habría entrado nuestro expediente en China.
Y después de esta breve y tranquilizadora conversación con Marta, nos fuimos a trabajar.
Nos quedaba una sensación extraña, como de vacío. Por un lado estabamos felices, ya podiamos empezar la cuenta atrás, por otro con la sensación de que a partir de ese momento nosotros no podríamos intervenir, ya habíamos hecho nuestro trabajo y ahora le tocaba a la administración hacer el suyo. Nuestro dosier quedaba en manos de desconocidos, funcionarios anónimos que no tenían ni idea de quiénes eramos, de cuánta dedicación y cuidado habíamos puesto en cada uno se los papeles que había dentro de esa carpeta. ¿O sí?

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